miércoles, abril 25, 2007

Bien Al Fin del Mundo



BIENAL FIN DEL MUNDO


Findelmundo ha recibido una bocanada de aire fresco después de tanto discurso político vacío. Tanto aire que he vuelto al blog.

Enmarcada en los grandes problemas con los que se debate el hombre del siglo XXI, verdaderos problemas y no las luchas mezquinas por los cargos públicos, que parecieran ser lo único importante por aquí, muchos habitantes festejamos la Bienal de Arte y no queremos que termine nunca.

Una parada de ómnibus transformada en "La Casa Rosada", acogedor recinto forrado de peluche de ese color, ideal para esperar durante las frías tardes de invierno, una construcción de madera sobre trineos, la casa nómada, que recorre la ciudad para ser pintada y abrigada con tejidos, un bosque en lo alto con muchas sorpresas, banderas pintadas por 2000 artistas del país y del mundo, flameando justó allí donde nació Ushuaia, instalaciones en las aguas del canal Beagle, un girasol de metal que toma mediciones del clima, una gigantesca pared en pleno centro con una colorida obra de Clorindo Testa, un tren que pasa cada media hora por una pantalla y que es esperado con la ilusión de uno verdadero, las fotografías de las caras de muchos de nosotros proponiendo una mirada renovada sobre lo que significa ser fueguino. Y más.

Pero lo más lindo es ir caminando por la ciudad otoñal y descubrir en medio de lo cotidiano una señal, un mensaje, un concepto.

En la pared de mi casa colgué una bandera azul francia de un pintor del norte argentino que reclama por el agua dulce. Un día regalaron algunas, no me la robé, aunque no sé, no sé, son todas tan lindas...

Lástima que siempre me la tira el viento.

lunes, octubre 09, 2006

San Julián

El viernes me voy un par de días a San Julián, en Santa Cruz, a 900 kilómetros de fin del mundo. Me inivitó una escritora a la que conocí buscando datos de un viejo patinador para un trabajo.
Mis amigas me convencieron de que me tome un ómnibus y deje el auto guardado, con lo que me gusta manejar a mí por caminos desolados. Pero tienen razón, este año hice muchas cosas dobles, dos de una, dos de otra y dos más de otra. Estoy cansada. Entonces me dejaré llevar por caminos de ripio, seré interrumpida por piños de ovejas que quieren cruzar la ruta, por el viento en el estrecho de Magallanes mientras llega la balsa, por ahí le convidaré un mate al chofér o algún gringo de hablar cortado, voy a leer el libro del centenario de esa ciudad en el camino, para no perderme nada, tomaré notas para unos artículos que escribo, observaré, conoceré otros patagónicos que escriben, tomaré vino, caminaré por esa inmensa playa donde construyeron una réplica de la nave de Magallanes que tocó tierra en ese lugar argentino por primera vez (creo).
No sé que tiene San Julián, una ciudad muy patagónica de calles anchas, que siempre me ha atrapado. Me gustaría pasarme allí unas largas vacacaciones, olvidada del mundo, porque para estas épocas findelmundo es demasiado quilombo.
La primavera les pega muy fuerte a todos en los lugares de frio.

lunes, septiembre 11, 2006

Aterrizaje

Dicen que hace mucho que ando volando.
Ya sé. Por eso aquí desciendo, de nuevo en mi blog, un día mitad primavera mitad invierno, con sol y unos copillos de nieve,
Prometo escribir aunque sea dos palabras cada tanto.
Gracias a todos por hacerme volver, aunque no me había ido tanto.
Sólo esperaba.

miércoles, agosto 09, 2006

Volar, volar

Anoche volví a soñar que volaba.
Pero no lo hacía como antes en posición horizontal, con un gran esfuerzo y aleteo de brazos. Volaba parada, con sólo inspirar profundamente. Volaba cuando quería, en mi casa, en medio de la gente, en oficinas y al aire libre.
Me elevaba derecha como una estaca, con tanta facilidad que cualquiera hubiese dicho que nací pájaro.
Yo no quiero creer tanto en los sueños, pero supongo que ese vuelo describe mi forma de encarar la vida en la actualidad.
Vuelo, vuelo cuanto quiero, aunque a veces me gustaría que algún viento me trajera a la tierra.

sábado, julio 29, 2006

Las habichuelas mágicas

Hoy salí a comprarme ropa y como no encontré nada de lo que quería, me compre un mouse nuevo. No sé por qué no me fijé bien, pero prende luces de todos los colores que van cambiando en segundos. No hay vez que lo mire ( y eso que casi no puedo sacarle los ojos de encima) que no piense que se posó en mi escritorio un plato volador reducido que en algún momento va a crecer a su tamaño real, inundando la habitación.
Aunque a veces, sólo a veces me recuerda los parques de diversiones de mi infancia, que no eran como los de ahora. El plato fuerte siempre era la vuelta al mundo. Y el delirante los espejos que deformaban. Lo más terrorífico, por supuesto, el tren fantasma.
Y ahora que lo miro bien, el mouse me hace pensar también en esos carteles de neón que uno ve entre sueños en un viaje nocturno por tierra. Y ese verde fosforescente....
¿Cómo puede ser que sólo cuesten 25 pesos los mouses mágicos?

miércoles, julio 26, 2006

Elogio del hielo

Cuando miro hielo o simplemente pienso en esa palabra se me hace agua la boca. Entonces me vienen a la cabeza los adjetivos más frios, helados y celestes.
Hielo.
Me como un carámbano gigante rescatado del techo que me duerme la lengua e inevitablemente me acuerdo de esos pirulines de colores envueltos en celofán transparente que un señor gordo vendía a la salida de mi colegio en La Plata.
Hielo.
Me fascinan esas mañanas en que todo está congelado y yo me siento esa mujer de hielo de un viejísimo cuento de la infancia.
Espero no derretirme nunca.

martes, julio 25, 2006

Un viejo amor

Hoy hubo sol y me dieron nostalgias.
Entonces hice lo que tengo absolutamente prohibido hacer, por mí, por mis amigas y por un par de personas más.
Pero no se preocupen, igual nadie contestó.
Y, como siempre que esto sucede, las nostalgias llegaron hasta el cielo.
De allí mismo mañana caerán en picada.
Quien sabe hasta cuándo.