jueves, mayo 26, 2005

Sin ropa

Ultimamente me asalta la molesta sensación de que voy desnuda por la calle.
Cuando me pasa eso me miro las piernas y respiro tranquila porque sí, me puse los pantalones.
Pero esto ya me ha ocurrido en muchas etapas de mi vida.
¿Y qué será?
Mejor no investigo.

miércoles, mayo 25, 2005

25 de Mayo

Desde que tengo uso de razón (¿tengo?) los 25 de Mayo me siento un poco rara.

No es por el feriado, ni mucho menos aún por la fecha patria más importante del país, porque no soy muy nacionalista que digamos, muy por el contrario siento que mi verdadera patria está formada por las patrias de todos los libros junto a los que crecí, es decir, que me siento universal.

Los 25 de Mayo estoy un poco silenciosa, acurrrucada dentro mío, porque los 24 de mayo cumplo años, religiosamente 1 cada 365 días.

Cumplir años es algo que hay que festejar, de eso no hay duda, pero también es momento de balances. Es como empezar otro año calendario, pero en privado. Nada de unirse a los buenos deseos e intenciones del resto del mundo, uno está sólo y tiene que soportar sólo las cachetadas y las felicitaciones.

martes, mayo 10, 2005

Historias Mínimas II


En el contenedor de basura de los departamentos en que veraneamos en Las Grutas, en el fondo, bien en el fondo, había una serpiente.La encontraron los muchachos que recogían la basura una mañana y asustados la revolearon al descampado, con tanta mala suerte que justo pasaba por ahí la hija de mis amigos. Ella tomó el bicho de la cola con una mano y con la otra le tapó la boca, como si sólo fuera de juguete, y empezó a caminar de una punta a la otra de la cuadra para exhibirla.
La vívora era de color crema con unas listas blancas, por supuesto que espantosa.
Atrás de ella se paseaban muy orondos también los muchachos, para demostrar que habían tenido por lo menos la valentía de encontrarla.

domingo, mayo 08, 2005

Historias Mínimas I


Esto es lo prometido hace tiempo, instantes del viaje por la Patagonia que hice este verano con mis hijas y unos amigos que viajaban en otro auto.

Gaiman, pequeña localidad fundada por los galeses en el valle del río Chubut, donde abundan las flores y las casas de ladrillo, es un lugar que me ha atrapado desde el primer momento. Por eso fue incluida como lugar de pernocte.
Dormimos en un viejo hotel remozado, donde hace un siglo guardaban las lanas que el ferrocarril llevaría hacia el norte.
Siempre me las he ingeniado para pasar aunque sea un ratito por Gaiman, sentarme en la plaza perfumada por las rosas, mirar la iglesia tan blanca, cruzar el río por el viejo puente colgante; aunque fue imposible tomar el té al estilo de los galeses, que en realidad es un producto turístico inventado por aquí, porque cuando tuvimos ganas ya todas las casas de té cerraban.
Al día siguiente, luego del desayuno en una larga mesa de mantel blanco con puntillas fuimos a visitar una chacra (de la que habrá otro post) y continuamos viaje rumbo a Río Negro.
Ya instaladas en la playa, todos los días descubría la falta de alguna de mis ropas: una camisa, la campera, etc. Como no las necesitaba no le dí mayor importancia al asunto, pero cuando preparábamos el equipaje para el regreso y había que dejar a mano la ropa para el frío, sí me preocupé.
Con ayuda de las fotos y lo que quedaba de mi memoria calcinada durante las siestas bajo el sol, reconstruí mis últimos encuentros con las prendas desaparecidas.
No había dudas, las había dejado en Gaiman.
¿Pero cómo?
Si siempre me fijaba bien que no quedase nada en los hoteles...
Hablé por teléfono con la encargada del alojamiento y dijo que sí, que tenía una bolsa con todo lo que yo había dejado en la habitación.Me sentí rara, como se sentirán los locos cuando les dan la evidencia de algo que hicieron y que no registran para nada como propio.
Unos días después, mientras mis amigos me esperaban en Trelew, manejé los veinte kilómetros hasta Gaiman. Entré al comedor del hotel, donde unos turistas almorzaban y salí al rato con una bolsa con mi querida, queridísima ropa.
El momento fue perpetuado en un par de fotos por mis hijas, pobres, que tienen que padecer el estigma de una madre soñadora.
Mientras me daba una última vueltita por las apacibles calles de Gaiman, donde el tiempo no transcurre igual que en otros sitios, prestando atención a las viejas casas de piedra adormiladas, a la gente silenciosa, a los secretos que los muros no alcanzaban a guardar, me prometí que nunca dejaría de ser así de distraida.

sábado, mayo 07, 2005

Divorcio

Estoy leyendo Recordatorios de Marguerite Yourcenar.
Una de las tantas frases que subrayé, con un lápiz porque el libro es prestado, dice así

El hecho es que, incluso para los más refinados, los menos golosos o los menos tragones, vivir juntos es en parte comer juntos.
Monsieur y Madame de C. no hacían buena pareja en la mesa.

jueves, mayo 05, 2005

Lluvia estrellada

Alguien anunció para la noche una lluvia de estrellas.
Pensé poner el despertador a la hora más o menos indicada así me levantaba y me tomaba un café bien caliente y me ponía abajo del cielo para sentirme una iluminada.
Al final no lo hice porque pensé que me iba a despertar igual, como todas las noches. Pero seguí durmiendo.
No sé si cayeron estrellas. Aunque creo que sí, que cayeron.
Hacía tiempo que no me levantaba tan, pero tan descansada.

martes, mayo 03, 2005

Siguen los malos días

El otoño en findelmundo es muy tranquilo.
Nadie hace planes para más adelante. Menos aún recueda lo que pasó.
Todos andan como escarchados, como de visita en la vida que les pasa.
Cómo quisiera yo estar como el otoño. Calma y fría.
Congelada.

lunes, mayo 02, 2005

Psicología barata

Todo neurótico tiene su psicópata y a todo psicópata le va bien cualquier neurótico

domingo, mayo 01, 2005

Atrasada

Domingo de sol después de una larga noche de lluvias.
Cuando estoy triste sólo dos cosas me consuelan: caminar y meterme entre mis libros. He desarmado todas las bibliotecas para ordenar los libros sobre la Patagonia en una sola.Tardo mil horas porque cada libro que toco viene con un recuerdo adentro como si fuese un señalador.
Los libros que me han sido devueltos con olor a perfume ya no huelen más, de otros caen papelitos que me dan risa, unos títulos todavía me estrujan el corazón y hay frases subrayadas con las que me sigo identificando pero dedicatorias que ya no hablan de mí.
Creo, definitivamente, que estoy creciendo....un poco tarde.
Será por eso que duele tanto.