viernes, diciembre 31, 2004

Año nuevo

Cuando era una niña pensaba muchas cosas raras.
Como que iba a ser astronauta y que el año 2000 nunca llegaría.
¡Felíz 2005 para todos!!!!!


jueves, diciembre 30, 2004

Fuera de servicio

Fui al médico porque sentía la cabeza tan llena que tuve miedo de que no me entrase nada más: ni un dato, una cifra, un nombre, un recuerdo.
Los ruidos cotidianos me sonaban como ciudades enteras ardiendo. Las cosas para hacer llenaban una interminable lista.
Me ahogaba.
Stress fue la sentencia.
Me dí cuenta después que volví del campo donde pasé la Navidad y dos días muy tranquilos. Findelmundo se parece cada vez más a una gran urbe, no por el tamaño, sino porque empieza a sufrir los problemas de las grandes ciudades. La gente está alterada: fin de año, las fiestas, terminar el trabajo, las vacaciones, los balances, las despedidas, prepararse para salir de la isla, que no es lo mismo que salir de cualquier otro lugar, los conflictos, lo no resuelto, lo dicho y no hecho... Para curarme estoy tratando de tomar distancia de mí. Como si no fuera yo. Hago limpiezas generales, regalo lo que no se usa, ordeno, corto el pasto, mi cuerpo se cansa para que mi mente repose, pienso poco, observo, toco, huelo, respiro, leo libros muy bien escogidos, huyo de los pesados, las discusiones, el pasado y el futuro, camino como si pisara nubes, no me involucro en nada, dejo congelados por un tiempo los planes, busco la soledad y el silencio, duermo con la ventana abierta, tomo vasos de leche tibia.
A veces viene bien.

.

martes, diciembre 28, 2004

Japonesa

También disfruto del séptimo día, cuando la gente arranca las primeras hierbas que han germinado bajo la nieve. Me divierte su excitación al encontrarlas cerca del Palacio, un sitio donde jamás habrían esperado hallarlas

Finalmente estoy leyendo El Libro de la Almohada, de Sei Shônagon, cuya existencia conocí a través de un post de Unoquepasaba. Si bien no tengo la delicadeza, ni el tamaño, ni la brevedad de discurso de las japonesas, creo que nos parecemos en algo. Yo disfruto mucho con los cambios que se van sucediendo a lo largo de las cuatro estaciones, con los ritmos de la naturaleza, las sutiles señales que anuncian las tormentas o el invierno. No hay nada que me ponga más contenta que ver aparecer las yemas ensangrentadas de los ruibarbos en la tierra aún helada de findelmundo. O tal vez sí: descubrir las minúsculas violetas amarillas o los fragantes geranios con que la primavera celebra su aparición en el bosque fueguino.
E imitando a Sei, podría decir:

El mes de enero, (me gusta) porque la ciudad queda vacía y todos huyen de la isla como si fuese un animal salvaje; entonces me divierto caminando por la orilla del canal y quiero que el séptimo día del primer mes el agua esté completamente calma. Y que en el segundo mes haya una larga temporada de lluvias para poder ordenar mis pensamientos.

viernes, diciembre 24, 2004

Navidad

¡Felíz Navidad para todos!
Y que les quede algún deseo sin cumplir, así tienen algo por lo que vivir: deseos, sueños, esperanzas...
Besos a todos con garrapiñadas.

miércoles, diciembre 22, 2004

Cumpleaños


sorpresa

Cuando llegué al trabajo ví los globos perlados, blancos y rosas.
Eran tres enormes racimos dispuestos a distancias equidistantes sobre el cerco de rejas de una de las casas de la loma que está enfrente de mi ventana.
Nunca había visto anunciar de ese modo un cumpleaños de quince, así que me pasé gran parte de la mañana levantando la vista y perdiendo la mirada entre los globos que apenas se balanceaban.Recordé los globos llenos de helio, que para alguna festividad que ya no recuerdo, soltábamos al cielo junto a la catedral de La Plata y otros globos muy pequeños, también de la infancia lejos de aquí, que tenían ojos y una lengua que salía cuando uno los apretaba.
A eso de las doce se empezó a levantar viento del sudoeste. Los globos saltaban y se chocaban. Los manojos comenzaron a acercarse. En un momento dado, uno de los racimos voló, cruzó la calle y quedó enganchado en la antena de un auto estacionado.Enseguida apareció una mujer que desenredó los hilos, acomodó un poco los globos, pero en lugar de devolverlos a su lugar los introdujo dentro de su pequeño auto, al que subió junto con sus dos hijas.
El vehículo hizo marcha atrás, salió del estacionamiento y enfiló la trompa hacia donde yo trabajo. Salí a la calle y miré fijamente el número de la patente mientras lo repetía mentalmente para no olvidarlo. Aunque no me importaba si no lo recordaba más de cinco minutos; la única intención fue hacer sentir mal a la mujer, que pasó al lado mío con su automóvil repleto de globos e hijas con caras de sardinas, sonriendo incómoda.
De todas maneras no hubiera hecho falta mi mirada.
No hay nada más ridículo que quien acarrea globos de una fiesta a la que no fue invitado.


domingo, diciembre 19, 2004

Final de juego



Ella había probado todas las estrategias.
Ninguna le dió resultado en su afán por acercarse al alma de ese hombre.
Finalmente se convenció: buscaba lo que no existía.
Y no sólo eso, sino que en el empeño había perdido la suya para siempre.

viernes, diciembre 17, 2004

Azul, la lluvia

En temporada turística tratar de enviar una carta de las de antes desde findelmundo suele requerir su buen tiempo. A cambio uno se entretiene observando gentes de otras partes del mundo.
Esta mañana la fila llegaba hasta la entrada del edificio de correos.
Había gente de la ciudad y muchos extranjeros, entre ellos una mujer japonesa con su hijo adolescente y, delante mío, un joven rubio muy alto, que podría haber sido oriundo de cualquier remoto sitio.
Apenas entré se dió vuelta y me miró con unos ojos muy azules, cuyo color descubrí después, porque en ese momento no lo miré, sino que lo hice minutos después cuando estuve segura de que no me estaba mirando. Esta acción en cierta forma sincronizada, es decir, que él me mirara y yo no y que yo lo mirara y él no, se repitió varias veces. En medio de ellas, como habremos calculado mal el tiempo, nuestras miradas se encontraron en unas cuantas oportunidades. Yo estaba segura de que me quería preguntar algo y temía no salir airosa de tener que contestarle en inglés, aunque reconozco que un par de veces estuve tentada de hablarle.
A los diez minutos me empecé a poner nerviosa, como siempre que espero que ocurra algo que no ocurre o que no puedo escapar de lo que me perturba.
Cuando él no me miraba miraba a otras personas, hacia la derecha y hacia la izquierda giraba su cabeza para mirar, fijaba la vista en los que entraban y acompañaba con sus ojos a los que ya habían cruzado la puerta de vidrio para salir.
Mientras no me observaba yo lo observaba a él.
Si bien parecía extranjero no estaba vestido con la ropa que suelen usar los viajeros. Tenía puesto un pantalón de vestir, como si fuera de un traje, unos mocasines color suela de gamuza y una campera de modelo bastante antiguo con piel alrededor de la capucha. Su mochila era negra y muy pequeña. Parecía muy joven pero estaba perdiendo el pelo.
Antes de que lo atendieran llegué a la conclusión de que tenía avidez por mirar.
Miró todo, no dejó espacio vírgen dentro del correo, nadie se salvó de su mirada marina, una hermosa mirada que incomodaba, porque seguramente veía más de lo acostumbrado, una mirada que desnudaba el alma y hacía pensar en inviernos duros y helados.
Cuando le tocó el turno quizás le entregó unos sobres a la empleada, porque no pude ver bien. La chica le dijo son 23 pesos. El le hizo señas de que no entendía. Ella dijo twenty three. El asintió con la cabeza, sonriente y dijo algo que hubiese sonado como okey si hubiese podido pronunciarlo, porque su boca hizo movimiento de hablar pero de su garganta no salió ninguna palabra.
En ese preciso momento descubrí que los adminículos que llevaba en las orejas no formaban parte de un walkman como creía. Y me atacaron unas enormes casi gigantescas ganas de por lo menos decirle chau con la mano, pero cuando salí del correo apurada, luego de dejar mis cartas, el joven rubio se había perdido con sus ojos azules bajo la lluvia, una lluvia que ya ni mojaba, una lluvia muy gastada de tanto que la habían mirado.





miércoles, diciembre 15, 2004

Será en febrero...

El viernes me recibiría si no fuera porque....
no me acordaba que en las materias promocionadas había que anotarse también, como si uno fuera a rendirlas.
O sea que a veces lo del dicho es justamente al revés....
no hay bien que por mal no venga.
Porque si en esa materia que no quiero ni nombrar me hubiese sacado menor nota, hubiese tenido que rendir el exámen final y me hubiese anotado para rendir como hice con las materias correspondientes.
Ahora tengo que esperar hasta febrero.
Una compañera que estaba presente en el momento en que me dí cuenta del fatal error dijo que se nota que yo no quiero superar esa instancia.
¿Por qué no querré recibirme?
Y esto que cuento como si nada logró ponerme muy mal. Estuve al borde de las lágrimas toda la tarde ( y un poco más) hasta que salimos a dar una vuelta con una amiga y nos encontramos en la basura de una casa tres sillas antiguas y encantadoras para reparar.
Y aunque a mí me tocó una porque yo no las descubrí, se me pasó el malhumor y
descubrí que una silla maltrecha puede resultar la mejor de las moscas de alas plateadas.

domingo, diciembre 12, 2004

Deseo para el 24

He decidido que para estas navidades deseo:


. una torta galesa bien húmeda y con muchas pasas
. helado de frambuesas del patio de mi infancia
. un libro autobiográfico de alguna escritora muy loca
. un aro para la naríz
. mucha energía
. un amor de esos de película (aunque dure lo mismo)

sábado, diciembre 11, 2004

Bipolar

Estoy como el tiempo.
Un día de verano prestado, para mojar los tobillos en el Beagle, otro de tormenta con olor a bosque anegado.
Un día podría subir al monte Olivia, bajar y volverlo a subir, otro me cuesta levantar los pies.
Un día amo, canto, escribo, al otro me acurruco dentro mío y hago silencio.
Un día quiero algo, al otro no me alcanza.
A veces me asusto porque no sé que va a ser de mí, tanto dar vueltas y no tener paz.
Pero, por favor no me hagan caso, que seguro pasa una mosca de alas plateadas y me da por seguirla, felíz.



martes, diciembre 07, 2004

La estrella más lejana

Desde hace casi dos meses enfrente de mi casa hay un hombre con una pena de amor.
Tiene el pelo largo hasta los hombros y lleno de rulos castaños, la mirada oscura y penetrante.
Es albañil y construye unos departamentos para alquilar.
Apenas llega al trabajo, a eso de las nueve de la mañana, enciende una radio portátil o quizás un viejo grabador, ya que nunca le escuché publicidades, y hasta la hora en que abandona sus tareas, a eso de las cinco de la tarde, no dejá de escuchar (fuerte, muy fuerte) boleros y otras canciones románticas, Luis Miguel, Alejandro Sanz, Eros Ramazotti y más en ese estilo.
Las mañanas en que mis pájaros se quedaron dormidos, son ellos los que me despiertan. Entonces yo me levanto y corro las cortinas, sólo lo necesario para curiosear cómo se viene el día y de paso controlar que el sufrimiento de mi eventual vecino no provoque un derrumbe en el barrio.
Sin embargo él continúa impecable con sus menesteres.
Nunca he visto un edificio más prolijo estando en obra.
Hay días en que lo imagino dentro de una película (italiana) que recién comienza, con esa música de fondo. Saca mezcla con una cuchara y va pegando los bloques, mientras las lágrimas caen para hacer más duro el cemento. Por sobre su cabeza se ven las cumbres de los montes Martiales, con algunos glaciares en retroceso, el cielo azul de primavera, ninguna nube aún. Corre una brisa que le alborota los pelos y un te amo dicho por los labios tuyos es la música del cielo canta la radio o lo que sea.
Hace dos días que no escucho más el aparato, pero el albañil sigue viviendo a trabajar.
No sé que pensar: si la mujer le dijo que sí, le robaron la radio o algún vecino se quejó por el ruido.
Tampoco sé por qué una pena de amor ajena resulta tan cómica. Será tal vez porque un te amo dicho por los labios tuyos es poema que acelera los latidos de mi corazón....

lunes, diciembre 06, 2004

Breve

Me despiertan esos pájaros bochincheros que se han metido en el techo.
Aunque últimamente pienso que más que nada ellos anidan en mi cabeza.
Pájaros.


(¿Podré volver a escribir textos largos alguna vez?)

domingo, diciembre 05, 2004

El agua II

Sonrío porque fui la que vió más lejos.
Y aunque no eres recomendable, te recomiendo a quien quiera despertar.
¡Felíz otoño!

viernes, diciembre 03, 2004

El agua

Cuando la lluvia golpea contra mi ventana como ahora, te recuerdo.
Te recuerdo y sonrío.
Aunque no entiendas.
Y no entiendas, sonrío.




miércoles, diciembre 01, 2004

La virtud

Dijo Manuel H que dijo Joseph Goebbels que
una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad.
Ahora yo me pregunto:
¿Uno que dijo mil mentiras ya no es más un mentiroso sino un hombre sincero?

Bucólica



El domingo primera salida al campo de la temporada.
La lluvia torrencial no nos amedrentó, tampoco el paso Garibaldi ( donde se halla el más popular de los precipicios que tenemos cerca ) envuelto en bruma como tiene por costumbre.
Hace dos años que no tengo carnet de conducir.
Supongo que se tratará de una rebeldía o algo así.
Y no es que disfrute de la circunstancia, muy por el contrario, la sufro todo el tiempo.
Unos doscientos metros antes de los sitios donde policías o gendarmes suelen hacer operativos de tránsito, el padre de una amiga, 78 años, hace poco operado de la rodilla, se pasaba a mi auto y conducía hasta unos metros más allá de pasado el peligro, con el trabajo que ello le causaba, para colmo sabiendo yo que todo era era un poco inútil pues los controles van variando de lugar y pueden aparecer en cualquier curva.
A la orilla del lago salió el sol, juntamos los juncos que usaban los yámanas para tejer sus canastos y también los palos lavados que trae el agua con la tormenta. Los chicos se metieron en el Fagnano, pescaron nada más que galletas de tansa, yo encontré dos nuevas especímenes para mi colección 2004-2005 "piedras con forma de corazón", tomamos café hecho en cocina a leña con tostadas idem y el dulce de ruibarbo y a falta de nada mejor para hacer nos dedicamos a observar a todo los que pasaban por la cabaña de mi ayudante de manejo, a saber:

. como 100 vacas y toros, que iban a otro campo, arreados por un hombre a caballo
. un toro de vuelta, con añoranza
. dos vacas retrasadas, un poco gordas (hermanas en desgracia, ¿ no conocen alguna dieta para los que dejamos el cigarrillo?)
. un carancho presumido que nos caminaba por enfrente, de un lado a otro
. un zorro gris envolviéndonos en círculos para buscar comida, que nos terminó por aburrir y que muy aburrido él también, entró en la cabaña, sin que nadie le diese ni la hora
. tres golondrinas muy alegres
. una gaviota cocinera que volaba bajito
. un pescador con intenciones de mirar si había pique en el lago, del cual hablamos un poco más por ser el único humano que tuvimos cerca.

Al regreso la misma historia de los cambios de conductor, pero sin lluvia, con mucha tierra volando sobre nosotros. Al llegar a la ciudad, un policía en el puesto, preparado para hacernos detener la marcha.
Yo grité, asustada por el uniforme.
El chofer se puso nervioso, el auto comenzó a corcovear, las ruedas mordieron el ripio de la banquina y totalmente confundido don A., con su campera verde y el sombrero de paño, al estilo vaquero, apretó el acelerador y huimos,
huimos ante la mirada atónita del joven de azul que se rascó la cabeza y se quedó mirándonos sin atinar a nada...
Yo me sentí como una de esas heroínas de las películas, casi casi como Bonnie Parker, valiente, arriesgada, capaz de todo, con el pelo al viento y la cartera repletas de balas (bueno, esto creo que no es del film, sólo es invento mío). Y mientras continuábamos huyendo entre las familias ejemplares que también regresaban de un día de campo, observando de reojo a Clide, me puse a pensar
¿Por qué la culpa será tan contagiosa?

martes, noviembre 30, 2004

Sín título

Esta mañana, cuando me desperté, pensé que era domingo.
Dí vueltas en la cama, disfrutando del momento, mientras decidía que saldría a caminar por la costa de la bahía y que después no haría nada, pero nada de nada.
Sin embargo, había algo que no encajaba.
Y es que ayer no había sido sábado.

domingo, noviembre 28, 2004

Días alegres

Hace unos días me descubrí en el espejo una sonrisa constante, de esas que no se borran de la cara con nada y que van de oreja a oreja.
Yo no quiero sonreir, pero mi sonrisa está todo el día puesta.
Sonrío y sonrío. Hasta en los lugares donde no debo sonreir, sonrío.
He probado hasta lo imaginable para doblegar a mi sonrisa: lavandina, soda cáustica, llorar un poco. No hay caso.
Es una sonrisa invulnerable.
Una sonrisa que todo lo puede, menos lo imposible.
Y a lo mejor sólo de eso se ríe.


jueves, noviembre 25, 2004

Esta tarde

ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada

(más de la Pizarnik)

Perfume de mujer



Hoy hubo recolección de ruibarbos.
Así se ven dentro de mi olla, a punto de ser convertidos en dulce.Es tanto el perfume que hay en mi cocina que me ha llegado al alma.
Y es sólo por perderme en este aroma que me gustaría vivir por los siglos de los siglos.
¡Felíz tarde de ruibarbos, Thirthe!!!!!!
¡Felices ruibarbos para todos !!!!!

lunes, noviembre 22, 2004

Bigamia

Mi vecino me adoptó como segunda esposa.
Ahora tiene dos mujeres para discutir o para que lo dejen hablando solo.
Viene tres o cuatro veces diarias para controlar que todo esté bien, que yo haya hecho los trámites del auto para que nos vayamos de vacaciones (juntos), que el perro no pase hambre y que mis hijas anden bien en la escuela. Se ocupa también de que me arreglen la computadora.
Cuando hace asado me pregunta si quiero poner un poco de carne a la parrilla, me invita a correr por el camino al aeropuerto (nunca llego a tiempo) y cuando yo voy de visita a su casa me sirve dos postres y café.
Para mí es una relación perfecta.
Me siento cuidada, pero al mismo tiempo libre como el viento.
Mi vecina agradecida.


sábado, noviembre 20, 2004

Balance

Como dijo una poeta muy conocida por mí, este año:

He trabajado a destajo,
he sentido dolores óseos
a eso llama la buena gente
sentar
cabeza

De todas formas sigo pensando que:

Bordear el delirio
desentumece la realidad

Y estoy totalmente segura de que:

No poseo otra historia
que la de sospechar quién soy

Aunque no puedo olvidar que:

Toda planta frondosa
es una planta carnívora.
En las fabulaciones
de
la infancia.

¡Gracias A.L.!

jueves, noviembre 18, 2004

Efímero

Algo muy extraño se percibía en el aire.
Ya se había sentido durante la noche, por lo que algunos en findelmundo no pudimos dormir de corrido. Apenas abrí la puerta creí que entraba en una dimensión desconocida. La calle se veía diferente, desacostumbrada, con esos vapores que fluían desde la tierra. La poca gente con la que me encontré estaba tan confundida como yo.
La vecina, que había salido a sacar el perro, me miró asustada, clavando los ojos oscuros en los míos, no menos sorprendidos, como preguntando y ahora qué: ¿terremotos, ciclones, maremotos, rayos, auroras boreales, maldiciones, mal olor? Busqué mi lista de actividad diaria y me dediqué a tachar lo que no era muy obligatorio y un poco de lo obligatorio también.
Cancelé citas, saludos y recuerdos.
También comencé a buscar una valija que aún no desarmé de las vacaciones pasadas, tratando de hallar algo que me entrase (recuerden que no fumo más). Dejé el café a medio tomar, ya que me hervían los pensamientos y puse la heladera a hacer cubitos. Pensé con tristeza en la última adquisición turística de findelmundo: un enorme castor afelpado que se pasea por la arteria principal con su cola como pala, sacándose fotos con los viajeros y coleccionando dólares y euros. Por último, la curiosidad me llevó al termómetro que hay en la cocina.
¡14,8 º a las siete de la mañana !
Sin pensarlo dos veces volví a salir, esta vez para sacarle al castor su última foto. Recorrí cinco veces su hábitat, es decir la avenida San Martín, entré a un montón de negocios, pregunté por él en las oficinas de Turismo municipal, hasta intenté en el hospital y la veterinaria, por las dudas. Mi búsqueda fue en vano.
Hay cosas que duran tan poco en findelmundo...

sábado, noviembre 13, 2004

Money, money



Después de tres años de dos sesiones semanales a 50 pesos cada una, la analista le había dicho:
¡Enhorabuena! Te has recuperado, ese tío ya ha dejado de ser tu ideal del yo.
O sea que el olvido cuesta exactamente 14.400 pesos.

viernes, noviembre 12, 2004

Psicópata americano

A ciertas personas no le confiaría ni mi perro; sin embargo tengo que reconocer que poseen el extraño poder de inmiscuirse en todos los ambientes y sacar a la superficie lo que está latente y nadie se anima a manifestar. Son como portavoces, en quienes otro tipo de gente deposita sus conflictos.
Neurótico, psicópata, cara y cruz, blanco y negro, en Argentina también fresco y batata. A uno le sobra responsabilidad, el otro ni sabe lo que es, uno se apodera de todas las culpas, el otro saca afuera la suya. Uno siempre duda, el otro jamás, uno se arrepiente, el otro se rie.
Podemos aprender mucho de un psicópata, pero hasta cierto punto, ya que si nos aprovechamos de él, ya nada nos diferenciará.


Psicópata: persona sin sentimientos, impulsiva, pero manipuladora, necesitada de grandes estímulos para saberse viva, carente de nervios, imposibilitada de aprender de la experiencia, impasible a premios y castigos, mentirosa. Por lo general muy seductora.

miércoles, noviembre 10, 2004

Despertar



Esta foto parece tomada hace años y años en alguna parte del ancho mundo. Si embargo no es así, es de hoy, siete de la mañana, en findelmundo.
No sé si saben que todo llega muy tarde por aquí, pero al menos finalmente arriba.
¡Bienvenidas estas pinturas callejeras!

lunes, noviembre 08, 2004

Más sobre cartas

Inspirada en este sitio sigo con el tema de las cartas, porque ya se sabe que a mí me gusta dar vueltas y vueltas sobre las mismas ideas.
Me están llegando muchas cosas desde tan lejos, primero el perfume de los higos, ahora la nostalgia por las cartas que ya no se escriben más y menos aún se reciben.
De todas maneras no es mucho lo que puedo decir, ya MH habló bastante.
En cuanto a eso de atar las cartas con una cinta, también es posible imprimir los mails, buscar un cordoncillo adecuado, una lazo de seda, una tira de rafia y catapultarlos a la posteridad. Esto hay que pensarlo muy bien, que un mail pase de dormir vaya a saber uno dónde hasta trasformarse en un objeto real, tocable, ya es demasiado; que se decida guardarlo, más aún y ni hablar de acomodarlo con sus congéneres e insuflarle vida en sociedad en este mundo palpable.
Tómense un tiempito antes de compar la cinta, quizás sean más eficaces los fósforos y están más a mano.
Gulp!!!!! No me esperaba este final.

sábado, noviembre 06, 2004

Hacía mil años que dormía y en el palacio todos esperaban

Pero un día ella finalmente abrió los ojos.
En la isla los besos con viento norte siempre han tenido el poder de despertar a los que duermen mucho. Apuestos principes ya lo habían intentado sin éxito, y no era por falta de dones y virtudes, todos escribían muy bien y a ella lo que más le gustaba era leer y no hacer nada pero al sol. Sus hadas madrinas lo probaron todo y, comprensivas, terminaron por callar sabiamente. Ese día todos en la ciudad se quejaban por el desmesurado y cálido soplo. Menos ella, que después de tantos días de estar callada, empezaba a tener ganas de hablar.
Y quién no dice que fueron los perfumados higos de Thirthe en los cuales ella no ha podido dejar de pensar y pensar, porque es la imagen más tentadora que se le ha cruzado por la cabeza durante los últimos tiempos.
Comerse al pie de la planta un higo un poco pasado, mancharse los dedos y la ropa, los zapatos....pero eso sí, no frente al Beagle sino mirando el Mediterráneo (en todo caso el Atlántico).
Vale.

miércoles, octubre 06, 2004

Mirando al cielo

En Findelmundo estamos de primavera. Esta vez es cierto. Hoy fui a Playa Larga, una playa donde vivían los yámanas, de frente al mar, a los lobos marinos y a los mejillones, los recursos de su dieta. Me acosté un rato en el pasto que cubre los montículos de deshechos que ellos dejaron, mirando al cielo, y como todos los años, sentí que una energía antigua, poderosa me transpasaba.
Me gusta pensar que soy una yámana y que con sólo estirar mi mano puedo proveerme de mi postre preferido o juntar juncos para tejer un canasto. Pero no sé cómo me las hubiera arreglado para nadar en el Beagle o cuidar que el fuego nunca se acabara. O sea que prefiero ser como soy, aunque sólo sea para poder soñar que a veces soy como ellos.
He vuelto.

sábado, septiembre 25, 2004

Mirando alcantarillas

Ultimamente ando mirando alcantarillas como Thirthe. Cuando pueda levantar mi cabeza y extender mi mirada hacia los demás, volveré a escribir en este blog. Esto es sólo para avisar que no me mató una tristeza, pero casi casi.

domingo, septiembre 19, 2004

Noticia

A veces nos llega una noticia muy esperada.
Sin embargo no logra alegrarnos. Es como encontrarse con un pájaro herido tendido sobre el pavimento.
Ya no es el vuelo de un ave, sus volteretas en el cielo, hubo un quiebre que aleja de golpe la esperanza, no podemos hacer nada para evitar la muerte, tan sólo morir de ella.

Secuestro Express

Estuve secuestrada tres días por una extraña mujer de aspecto nórdico y porte de modelo, que sin embargo no es ninguna de las dos cosas. Fuimos juntas a todas partes, ella no me dejaba alejarme, pero yo tampoco podía abandonarla, la llevaba conmigo por las dudas, por si en algun momento podía, por si tenía un ratito. Sus palabras me acompañaron todas esas noches hasta el umbral de los sueños y es muy probable que también se inmiscuyeran en ellos. Por las mañanas la encontraba cerca de mi almohada, expectante, con los ojos muy abiertos. Es decir que salvo lo muy obligatorio, estos días no he hecho casi nada, aparte de leer a la mujer rubia, Siri Hustved, en "Todo cuanto amé". Ningún otro libro logró estrujarme tanto el corazón y luego devolverme entera. No es fácil aceptar la evidencia con que la novela nos enfrenta: que jamás de los jamases sabremos quiénes son del todo los que nos rodean.


miércoles, septiembre 15, 2004

Remembranza

Ella no quería verlo.
De tanto recordarlo le había ido agregando esa luz en la mirada de la que antes carecía, una sombra de sabiduría en la comisura de los labios que no le había visto, un reflejo nuevo en el cabello, una dosis de empatía y dos de sinceridad. No, no quería, porque ya no se parecería en nada a su querido recuerdo.
La distancia entre uno y otro sería más monstruosa que la idea de no volver a verlo.


domingo, septiembre 12, 2004

Un sueño con Marga

El post aparecido ayer en "Escritas desde Abril", sobre la trágica historia de la joven escultora Marga Gil Roëssel que se suicidó por amor, dicen, al escritor Juan Ramón Jimenez, quien la sedujo y luego la rechazó, como hacía con todas las mujeres, continuó revoloteando entre mis pensamientos, como ocurre siempre con lo que escribe Manuel H. Bastó que entornase los párpados, luego de un sábado agotador, para que Marga y Juan Ramón apareciesen entre mis brumas nocturnas. Ella, toda ojos grises, le reclamaba lo que él desde hacía tiempo le venía insinuando descaradamente. El, con su mayor cara de pavo, más aún que la que usó para escribir “Platero y yo”, le decía que estaba loca, que tenía unos rollos de película, porque él no sentía nada de nada y ella jamás le había movido un pelo. Marga, que vivía colgada de la nube más alta, esa muy cercana al cielo, merced a lo que él le había hecho creer, empezó a pensar que el hombre tenía razón, ella estaba muy loca pues había perdido el sentido de la realidad. No podía haberse equivocado en una cuestión así, en la que se había involucrado hasta los huesos. Entonces, para no hacer cargar a los demás con su horrorosa locura, Marga tomó un revólver y se disparó a la cabeza, es decir al sitio donde conviven las ideas y las sinrazones. No apuntó a su corazón, como hacen los que mueren por amor. Destruyó su cabeza, nido de su desvarío. ¡Pobre mujer, que nació en una época inadecuada! Si hubiese nacido en la nuestra, en lugar de suicidarse hubiese leído los artículos que escriben los psicólogos sobre los seductores compulsivos, en relación a los vínculos con la madre, el miedo a las mujeres, la imposibilidad de concretar nada con ninguna y hasta la posibilidad de que no sean ellas el objeto real de deseo. O hubiese escrito un blog y entre post y post tal vez encontraba un montón de amigos sensibles y ocurrentes que le hacían olvidar de esa ridícula historia con ese pobre y aburrido tipo.
Mis más grandes disculpas a Ana Serrano y a Manuel H. por soñar así, seguro que es porque duermo arriba y todo el calor de la casa va a parar a mi cuarto.

viernes, septiembre 10, 2004

Dedicatorias

Hoy leí en un libro de C.Sagan, consultado para un trabajo, la siguiente dedicatoria

A Ann Druyann
En la vastedad del espacio y en la inmensidad del tiempo mi alegría es compartir un planeta y una época con Annie

Entonces, en lugar de ocuparme del trabajo, me quedé quieta, conmovida, como ausente. Decir que la alegría es compartir un planeta con alguien suena como la mejor expresión de amor, pero del amor en libertad. Se me ocurrió que podría recopilar nuestras posibles dedicatorias en el caso de que escribiésemos algún libro.

Sin duda, la mía sería esta:

A mis amores posibles, pero más a los imposibles.

Lamento decirlo, pero esto me pinta de cuerpo entero. Será Mad, mi vocación para la melancolía...

lunes, septiembre 06, 2004

Isleñas

Según dice mi hermana somos muy afortunadas porque tuvimos una infancia extranjera sin movernos del país. Por aquel tiempo Findelmundo era zona franca y la palabra globalización ni siquiera era un espermatozoide. Los chicos nos alimentábamos con chocolate Cadbury, chocolate con leche, con copos de arroz, con almendras o pasas de uva, de 100 gramos, de 50, miniaturas...Las madres, todas sin execpción, habían contraido unas peligrosas fiebres orientales y decoraban las salas con los mismos platitos chinos y cuencos de porcelada con dragones pintados. Los pocos pero surtidos comercios de la calle San Martín, regenteados en su mayoría por sefarardies, vendían mercería alemana, cigarrillos norteamericanos, botas italianas, pulloveres ingleses, comestibles españoles. Nosotras éramos expertas en doblar con el trineo en mitad de una bajada y vivíamos obsesionadas por construir un iglú que fuese inmune a los rayos del sol, como seguramente hacían los niños en otros continentes. Por el centro, aunque de turismo nadie hablaba se escuchaban lenguas desconocidas.
Será por eso tal vez o por el hecho de vivir en una isla o porque desde chica leía escritores de todo el mundo, que cuando dicen argentina no se me mueve un pelo.
En cambio, si escucho decir patagónica, ahí sí cambia el ritmo de mi corazón.

La bahía encerrada

La bahía Encerrada era su océano privado. El agua llegaba casi hasta el camino que iba al viejo aeropuerto y que pasaba frente a su casa. En la orilla no había ningún árbol tras el cual uno pudiese esconderse de los fuertes vientos del sudoeste; en su lugar una inmensa piedra granítica la hacía invisible desde su casa. Ella siempre quiso tener patines blancos, como los de los cuentos de las patinadoras suecas, pero los tenía negros, porque por esos días en Findelmundo no se podía andar con demasiadas pretensiones. Durante los inviernos, cuando no iba a la escuela, se pasaba la tarde allí, en la bahía, cruzando de un lado al otro, aunque esquivando el área del centro, donde había unos cuantos metros de profundidad, deleitándose con el sonido del hielo al frenar, la nariz helada, las mejillas endurecidas de frío. Había días en que patinaba con amigos, otras era la dueña exclusiva del mágico territorio. Una tarde estaban ella y a metros y metros de distancia, sin casi verse de tan alejados, un chico conocido. En un momento ella pensó que el muchacho se había marchado, porque ya no lo veía más, hasta que escuchó una voz que se destacaba entre las voces de los pájaros, una voz tan intensa como nunca había escuchado en su vida y que hasta parecía provenir desde el mismo corazón de los hielos. La voz rezaba, mas bien imploraba , mejor gritaba un padrenuestro. Ella afiló la mirada, sin distinguir nada más que la chata extensión de hielo. Enseguida la voz que partía el alma llevó su mirada hasta la cabeza del chico, que descansaba sobre la superficie congelada de la bahía; pequeña, desacostumbrada, lejana, como si fuese una pelota abandonada. Ella quedó atontada, paralizada, impedida de moverse, pensar y respirar. Como entre sueños sintió la necesidad de ir a buscar ayuda, pero la gente comenzó a agruparse en la pasarela, del otro lado de la bahía. Buscaron una soga, aventurándose sobre el hielo, aunque desde ese sector no era posible avanzar, la ligera capa amenazaba con romperse en cualquier momento. Pasaron los minutos, el rezo se imponía sobre todo ese panorama de gente y vehículos. Finalmente con un bote, rompiendo el agua cristalizada , llegaron hasta él, que continuaba rezando, como enloquecido. Cuando lo bajaron del barco le arrancaron el mameluco de trabajo que llevaba puesto, lo desnudaron y le dieron masajes con nieve primero, después le tiraron agua fría, luego tibia, así, así, hasta llegar a caliente. Los médicos fueron terminantes: había ocurrido un milagro. Que ellos supieran ningún mortal había soportado cuarenta minutos con el cuerpo sumergido en el agua helada., las manos soldadas al espejo roto de hielo. Desde esa tarde ella empezó a decir que le aburría mucho perder la tarde patinando.


domingo, septiembre 05, 2004

Aclaraciones a El Paraíso, a veces

Después de esa casa pasé por 5 más en Findelmundo y todo augura que se viene la sexta, no sé si la definitiva pero sí la que tenga el mismo color que yo. Una casa dolorosa, ya que para llegar hasta ella tendré que saltar sobre una parte importante de mí, tan importante que creo que la que se va a mudar va a ser sólo mi sombra. Dolorosa pero quizás felíz, en que finalmente ataré mis cabos y quién sabe. Las montañas de Argentina y Chile siguen casi iguales, salvo sus glaciares, que como todos saben se hallan en retroceso. En la bahía hace muchos años que no se puede patinar, ya que allí dentro desembocaban las cloacas de la ciudad y se contaminó. Ahora la están rellenando con tierra y la zurcan un par de caminos muy feos. Así y todo se siguen congregando los patos a vapor y los crestones, las gaviotas cocineras y las grises, los pobladores que van a correr y a caminar por sus orillas y los turistas que sacan fotos. Findelmundo creció mucho desde ese entonces, ya no nos conocemos todos como antes, la vida ya no es tan placentera y, como en todas partes, hay que luchar para conseguir lo que antes sobraba. Del barrio ese ni noticias, porque allí cambia la gente todos los años. Con Patricia me he vuelto a reencontrar a través de Internet y acabo de mandarle la dirección de mi blog. Y yo, sigo siendo la misma, es decir que a pesar del paso de los años no he crecido mucho, me siguen asombrando infinidad de cosas con la misma intensidad, me ilusiono, me enamoro de quien no corresponde, me pongo loca y triste, a veces me da que todo me hace llorar y otras soy capaz de subir de noche la montaña más alta. Pero eso sí, ya no fumo más.

Lo incognoscible, de Ronald Barthes

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(De todos los que conocí X...era con absoluta seguridad el más impenetrable. Esto provenía de que no se conocía nada de su deseo: ¿conocer a alguien, no es solamente eso: conocer su deseo?
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Inversión: No llego a conocerte quiere decir No sabré jamás lo que piensas verdaderamente de mí . No puedo descifrarte porque no sé cómo me descifras.
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Me sobrevive entonces esa exaltación de amar a fondo a alguien desconocido, y que lo seguirá siendo siempre: movimiento místico: accedo al conocimiento del no conocimiento.

O aún más aún: en lugar de querer definir al otro (¿Quién es él?), me vuelvo hacia mí mismo: ¿Qué es lo que quiero, yo, que quiero conocerte?¿Qué sucedería si decidiese definirte como una fuerza y no como una persona?¿Y si me situase a mí mismo como otra fuerza frente a tu fuerza? Ocurriría ésto: mi otro se definiría solamente por el sufrimiento o el placer que me da.

El Paraíso, a veces


Lecturas

Estoy en esos tiempos en que no puedo leer ningún libro entero. No paso de la quinta página de ninguno, que me adelanto, me doy aire con las páginas mientras busco frases sueltas, retazos, un párrafo donde me encuentre. Las pilas arriba de mi cama amenazan con venirse abajo; otras ya están en el piso. Encuentro los libros de siempre, de esas mujeres eternas y me pierdo por momentos, deleitándome con mi sombra allí acurrucada. Pero no soy ellas. Creo que mi cabeza se está acostumbrando demasiado al formato post. Otra cosa ya no le cabe. Quiero que me digan todo así, con fecha y hora de salida y que siempre me dejen un lugar para el comentario. Abrir mi Findelmundo y que estén aquí, para leer una y otra vez y poder entrar en la casa de todos y de allí saltar a otras y que me cueste volver.
Pero yo sabía, yo me conozco y sabía que esto iba a pasar...Nunca tuve términos medios.

sábado, septiembre 04, 2004

Goodbye, welcome

Están guarecidos en el interior del camarote, sentados sobre las camas, con la mirada expectante. Por el ojo de buey controlan los animados movimientos del puerto de Buenos Aires. El "Bahía Thetis" se prepara para comenzar su último viaje; luego será vendido como rezago, aunque ellos lo ignoran aún, como también ignoran lo qué se siente cuando no existen puntos de referencia. Por las dudas tienen las manos firmemente asidas de los caños de las literas. El barco se esfuerza en el primer movimiento, lento, pesado, mientras su saludo de despedida los distrae y hace menos cruenta la transición entre sólido y líquido, aunque el sonido de los motores ya no cesará. Poco a poco estos pasajeros comienzan a animarse a los corredores, el comedor, la cubierta. Los mayores se reúnen a beber tragos con nombres caribeños. Los críos forman una disparatada tribu de entre cuatro y 16 años que corretea todo el día de allá para acá, ignorando a la perfección que un poco más abajo se desatan los abismos. Juegan a las cartas, los dados, la sopa de letras, se buscan desde temprano entre el ruido de las tazas amarillentas y cachadas que exhiben ya sin orgullo el logo del barco con el ancla pintada de azul y el olor a café recién molido.
A ella le cuesta dormirse. Varias veces durante la noche se incorpora para verificar que el agua que se ve por la pequeña ventana no haya sobrepasado la mitad de la misma, que el ruido de los motores siga teniendo la misma intensidad. También cuenta las horas que faltan para el desayuno. Juega mucho con J. que le enseña juegos nuevos y parece obviar que ella está siempre con las mejillas a punto de estallar y que apenas habla. La noche en que coinciden sin querer en la cubierta, aunque sea a un metro y medio de distancia, ella siente ganas de que el barco no pueda encontrar la ruta y quedé allí, deambulando confundido, por los años y los años. Sin embargo, a la madrugada siguiente despiertan a todos los chicos para que no se pierdan el pasaje por el bravo Le Maire, que separa la Tierra del Fuego de la isla de los Estados. La tripulación comenta que es el mejor viaje del año, que el mar parece un tierno lago, que es de no creer. Horas después arriban a una inmensa bahía rodeada de montañas, en la que sobresale un caserío multicolor. Es 24 de diciembre y caen algunos copos de nieve. Ella se esconde para llorar, ya que Findelmundo no es como se veía en sus sueños. Nadie le dice que hasta una estancia en el paraíso requiere de un duro período de acostumbramiento. Ese año había cumplido los doce.

jueves, septiembre 02, 2004

Niña

Tiene nueve años. Tres veces a la semana la mandan a la Escuela de Bellas Artes a estudiar dibujo, pintura y modelado después que sale del Eucarístico. El establecimiento queda a siete cuadras de su casa, caminando por la diagonal. A veces va sola y cuando esto sucede lo que más le gusta es pasar por la fábrica de dulce de leche, aunque ya no recuerda el motivo. El camino lo conoce de memoria, pues casi todas las mañanas va a la biblioteca infantil ubicada en el mismo edificio. La bibliotecaria no puede entender cómo hace para leer tan rápido y la tiene registrada como la mejor lectora de su edad. Ella piensa que ni vale la pena aclarar que a veces sólo mira los libros. Le gusta mucho dibujar, pero es desprolija para pintar y muy torpe para el modelado. Las estecas se le pierden. Le molesta la aspereza de las manos luego de acariciar la arcilla. Odia el olor de la témpera. Las escaleras del viejo edificio están muy gastadas. Hay muebles con espejos y puertas de vidrio por todos lados con obras de los alumnos. Una tarde mientras espera para entrar a clase se reconoce en un espejo. Es la primera vez que se ve entera, que tiene una imagen tan elocuente de su cuerpo. Se observa muy alta, demasiado para seguir llevando los zoquetes y los zapatos guillermina que hacen parecer enormes sus pies. Se siente inhibida. No ve la hora de llegar a su casa. Cuando lo hace se saca las medias y los zapatos. Nunca más los volvería a usar, nunca más podría alejarse de los espejos ni dejar de esperar la sensación de ridículo. Y ni siquiera había escuchado hablar de Findelmundo.

miércoles, septiembre 01, 2004

Neurótica

Hoy anduve haciendo trámites, visitas, compras, gimnasia, todo junto por las calles más empinadas de Findelmundo, bajo un sol increible. Quizás no entiendan lo importante que es para nosotros un día lindo. Toda la gente estaba de muy buen humor, también combinando los soleados aires del Beagle con escapadas del trabajo y esas cosas. Yo ya no funciono sin sol, aunque los días grises también me gustan, de vez en cuando. Con sol no sólo me lleno de energía, sino que la cabeza saca a relucir viejos sueños que andaban un poco olvidados. Volví a pensar en una mujer sobre la que me pasé un par de años investigando y todavía no escribí nada serio. Quizás ahora pueda ponerme a realizar ese trabajo, aunque tampoco sería malo descansar algo más, antes de apasionarme de nuevo.
¡No sé por qué no puede pasar un día sin que me complique la vida! Por qué no podré ser como algunas de las mujeres de mi barrio, que son felices en su casa y no necesitan nada más. Yo necesito muchas cosas y pareciera que al final ninguna me contenta del todo. Me sucede algo así como a los seductores compulsivos que van de conquista en conquista porque ninguna mujer puede llenarles el vacío. Dentro de todo lo mío es una suerte, porque no hago sufrir a nadie en mi búsqueda. ¿O sí?

lunes, agosto 30, 2004

¡Bombones, helados, caramelos!

Anoche mi cabeza, mi cuerpo y yo nos comenzamos a necesitar, así que nos fuimos metiendo uno en el otro y nos fuimos al cine con una amiga. De la película que vimos voy a decir solamente que no me gustó, como tampoco me gustó la de la noche anterior. El cine argentino me parece bueno técnicamente, pero últimamente tiene unos temas muy vulgares, entre los que sobresale la crisis. Nada de magia. Nada de poesía. Es sólo la vida que pasa, pero que pasa mal, no como sucede en los blogs, que es la vida que pasa de un modo que me fascina, porque es la vida que pasa desde el corazón. Mañana veremos La niña santa y confio en ella, a pesar de los comentarios. Para saber si un film me gustó pienso si me hubiese gustado dirigirlo. De la respuesta afirmativa deduzco que sí. Una vez hice un documental sobre el presidio y desde el vamos comencé mal, ya que era un documental de ficción. No quiero repetir nunca más esa experiencia porque:

no tengo carácter para dirigir gente
no sé decir que no
me abatato muy fácilmente
si estoy nerviosa no puedo parar de comer
me apasiono tanto con lo que hago si me gusta que no puedo hablar de otra cosa por meses y meses
me dió lástima ver a mis amigos trabajar de presos
soy muy cambiante y cuando todo estaba listo para comenzar la grabación a mí el guión no me gustaba más
mi primo que era el protagonista se quiso levantar a la actriz principal
al camarógrafo que sí tenía carácter no le gustaba que hiciéramos choripanes a la hora de comer
perdíamos mucho tiempo cuando los turistas descubrían a los falsos presos y estaban horas y horas sacándose fotos con ellos
Es feo darse cuenta de que uno está al borde de la locura

Ahora prefiero dirigir un blog, que es mucho más sencillo, aunque a veces dé trabajo, y acá contesto la inquietud de Thirthe, no, no tuve otro blog, pero sí escribí en éste durante un mes seguido y después borré todo, porque como ya sabemos tampoco es tan fácil escribir lo que a uno le gustaría. Generalmente uno escribe lo que puede y eso a veces no nos gusta. Ahora tampoco estoy muy conforme,porque se pone desobediente y dice cosas que no quiero decir más y que nadie escucha. Pero, bueno, hago el esfuerzo.

domingo, agosto 29, 2004

Qué domingo

Hoy, por ejemplo, me desperté, bajé a hacerme el desayuno y volví a tomarlo en la cama, como hago siempre, pero siempre, siempre. Mi cabeza y mi cuerpo los tenía juntos, la cabeza dijo galletitas con mermelada diet y mi mano solícita abrió la heladera, sacó el frasco, lo abrió, buscó una cuchara. Mientras tomaba mi café, demasiado dulce, la cabeza empezó a hacer de las suyas, a recordar un tiempo muy extraño de la vida en que no sé por qué dejé de buscar y buscar, un tiempo poco serio, digamos sólo un juego, alguien dijo, entonces mi cuerpo se interpuso, horrorizado, increpando a la cabeza, buscando en la caja con las fichas un recuerdo alternativo. Y al final, como siempre, todo se fue al carajo, el cuerpo enojado se levantó y se fue a bañar, la cabeza quedó allí sola, rumiando incoherencias.
Ay, Findelmundo, que aparezcan pronto por favor las hojas brillantes de los ruibarbos y las flores de los lupinos que alegran mi casa y las tardecitas esas de primavera en que las calles se llenan de gente y el mar está calmo y brillante. Quizás sea lo único que podría reconciliar a mi cuerpo con mi cabeza.
¿Y vos por qué no me leiste nunca, pero nunca, nunca?

viernes, agosto 27, 2004

Amores que matan

Hay días últimamente en que mi cabeza y mi cuerpo no coordinan. La cabeza decide algo, imparte las correspondientes órdenes, dice marchemos para allá, será lo mejor pero el cuerpo no escucha nada, ni intenta movilizarse y se queda acurrucado donde sabe que ya no cabe más. La mente me hace sentir fuerte, valiente, importante. El cuerpo me pone malhumorada, fóbica, temerosa. No sé lo que pasa, pero estos dos cada vez se llevan peor y yo en el medio, complaciendo a uno y a otro, desobedeciendo a uno y a otro, de aquí para allá, de ningún lado en ningún otro.

miércoles, agosto 25, 2004

Ciudad turística

Findelmundo tiene fama de niña bonita, en el país y en el resto del mundo donde la conocen. Todos quieren venir, la mayoría sólo para decir que llegó hasta acá, como si fuese un record. Hay gente que viene a esquiar o a pescar truchas o a ver si encuentra algún resto de un barco abandonado o a morirse de miedo en el viejo presidio o a buscar novio/a y quedarse a vivir por siempre al lado del Beagle. Algunos vienen escapados de viejas historias y no logran establecerse en paz. Otros vienen a enseñarnos lo que saben o a mostrarnos lo que hacen y seguro que también de paseo. Asi que los habitantes del confín no podemos vivir muy tranquilos con todas las ofertas culturales que hay. Por más que tratemos de asistir a muchas siempre nos queda la sensación de que nos perdimos algo. Hay épocas en que yo me rebelo y no voy a ningún lado y no quiero saber nada de nada y no me fijo en los diarios y no escucho la radio y menos que menos miro TV y me quedo en casa no haciendo nada más que acomodarme en esta plácida soledad.

Brrrr....

Creo que anoche en Findelmundo todos dormimos vestidos. Yo sí, seguro. Nunca había hecho tanto frío.El temporal siguió, la eternidad se hizo más larga. Esta nievecita retrasada de un invierno que no lo fue tanto, nieve usurpadora de primavera, me está cansando un poco. De las plantas que estaban creciendo afuera lo único que se habrá salvado son mis ruibarbos, que hace días asomaron sus reveladoras yemas rojas. Y como siempre que nieva ya está la máquina acá fuera, cansándome más aún,llevándose los despojos, dejando en su lugar un hielo traicionero. No quiero que nieve más pero si nieva no quiero que se lleven la nieve. Quiero que la dejen para mirarla y esperar aún más los días lindos. ¿Por qué siempre lucharemos contra la corriente? Tal vez salgo a hacer un muñeco con una zanahoria en la naríz y botones en los ojos, o sea, un clásico muñeco nevoso. No les dije que a mi vecina se le ocurrió teñir los muñecos de nieve? Sí, prepara acrílico de colores con agua y con eso los pulveriza, no del mismo modo en que yo me pulverizo los ojos mirando a Findelmundo. Quedan extraños, un poco anticuados, con un tinte pop.
No es aconsejable utilizar el color rojo, pues cuando se derriten los muñecos el escenario parece de película de terror. Esto porque aparte de ojo fotográfico poseo uno cinematográfico. Si buscan escenarios vírgenes para películas patagónicas me llaman por favor.


martes, agosto 24, 2004

Puro pueblo

¡Me divierten tanto algunas situaciones que sólo ocurren en Findelmundo! Son esas cosas que hacen que se parezca a un pueblo. Anoche comenzó el festival de cine argentino. Estábamos todos: actores, directores, público, curiosos, los de siempre y los de cada vez.
Todos menos las películas que no llegaron.
El avión quedó roto en Río Gallegos.
Igual uno de los protagonistas de "Conversaciones con mamá" se alegró de que el aparato con desperfectos fuese el que traía los films y no el que los trajo a ellos. Pero nosotros queríamos ver "Adíos querida luna", de Fernando Spiner, con quien sin saber quién era nos pusimos a hablar. Qué lindo conocer gente así en Findelmundo, que se desviva por hacer películas de imposibles, como eso de ir a destruir la luna. Esto lo digo porque Findelmundo es muy burocrática. A la gente de acá le falta jugar un poco, soñar más reirse, volar y volar.

Tormenta

Mientras caminaba hacia mi casa bajo la nevada, me encontré nuevamente con ese silencio infinito que hace tiempo me viene llamando la atención cuando nieva. Es como una calma contenida, nada se escucha, nadie habla, nadie pasa, pero causa la misma impresión que el ruido de una bomba. Uno de esos silencios más estridentes que un grito. Uno de esos silencios que asustan.¿Será un anticipo de la eternidad?

lunes, agosto 23, 2004

Mi vecina enloqueció y la culpa es mía



Ya hablé de ella en los posts que tuve que borrar. Así que para los que no los leyeron voy a decir que no es cualquier vecina. Por empezar es una de las pocas personas que conozco que nació en Findelmundo. Nadie la trajo hasta acá, bueno sí, pero digamos que no vino desde otro lugar. Y eso se nota. El haber nacido aquí para algunos es un estigma, para otros, como ella, el mejor de los encantos. Se dedica a copiar el mundo real. Hace objetos de mentira. Y junta cosas viejas que transforma en lo que se le ocurre o en lo que necesita porque también tiene la suerte de trabajar de eso. De ella aprendió mi mirada a amar los colores del óxido y de la madera envejecida, a inspeccionar con disimulo la basura que la gente deja afuera, a encontrar las cosas que ando buscando. Pero como la amistad es un ida y vuelta, culpa mía ella se volvió loca. Nunca pude convencerla de que se acercara a la computadora: odia chatear, porque dice que todos mienten, tampoco le interesó el Photoshop ni el Corel y a la web se ha acercado muy poco. Hasta que le hablé tanto de los blogs, seguramente como una enloquecida, vamos, que yo me conozco bien y le recomendé un par que no podía dejar de leer, que decidió probar. Al principio le costaba un poco entrar, llegaba a los sitios pero desde los comments y se quedaba empantanada. Ahora que ya se hizo práctica quiere leer más y más y más. Encuentra afinidades, gente como ella, a la que le quitan el sueño las mismas cosas. Dice que los blogs sí le gustan porque son sinceros. Bueno, ella cree esto porque me ve a mí luchar contra el mío, porque sabe que quiero escribir sobre algo y escribo sobre otro tema. Que quiero tener un blog alegre y la melancolía se nota. Tiene razón, es muy difícil mantener un personaje día tras día y no decaer. Yo también supongo que la mayor parte de los blogs son sinceros, aunque a veces son sólo juegos y eso también es parte de uno. Amo los blogs porque como todos saben ya han muerto los grandes relatos. Sólo quedamos nosotros, con nuestras pequeñas historias cotidianas, con el vivir de todos los días, compartiendo la alegría, la tristeza, la esperanza, las ganas de tantas cosas, ¿no?
¿Y vos por que no me lees?

domingo, agosto 22, 2004

Gato seductor



Este gato, de edad y nombres desconocidos, aparecía en mis viejos posts. Lo vuelvo a traer porque me gusta mucho la foto, no sé si tanto por el animal como por los colores. Lo encontré un sábado al mediodía, muy lejos de casa, cuando salía de gimnasia con el alma en paz y el corazón contento. Iba camninando cuando mi ojo fotográfico lo vió, así, como si alguien hubiese estado preparando la pose durante horas y horas. Mis manos se desesperaron por buscar la cámara adentro de la mochila, entre zapatillas y remeras. Alcancé a sacarle cuatro fotos, con ojillos abiertos y cerrados, dos de perfil, siempre con la cola tiesa, en guardia, preparado para el ataque, la naríz tan rosada que daban ganas de comérsela...no...qué asco. Lindo gato, tan armonioso y saludable que hizo que me gustaran los gatos, que para nada me gustaban.
O sea, un gatejo seductor, porque creó en mí una necesidad que yo no tenía. Por eso mismo desapareció. He vuelto a pasar por esa extraña casa, de chapa lisa, sin pintar, pero del gato ni noticias. Alguien le estará sacando alguna foto, alguien a quien no le gustaban los gatos y que ya no podrá dejar de pensar en esa naríz rosada. Algún día las víctimas de los gatos seductores tendríamos que unirnos en una ONG, redactar un estatuto de adveretencia y proteger a la otra mitad de las mujeres del planeta que aún no se topó con él.
Quiero ser la presidenta.

sábado, agosto 21, 2004

Un día más

Con el correr del tiempo he aprendido que uno es más responsable de lo que cree en las cosas que le pasan. Ayer en la facultad sortearon unos autores para realizar un trabajo. Nos gustaban todos menos uno. Nos tocó ese. Un compañero dijo hay que aprender a llamar a lo que uno quiere, no lo que uno no quiere. Yo, como tengo más años y experiencia, no dije nada pero me puse a pensar en las razones por que seguramente nosotros llamamos al autor. Sea como sea, será un desafío, hacer con unas ideas insípidas algo interesante. Nunca pude hace algo porque sí, por aburrida o por llenar el tiempo. Si una actividad por lo menos no me apasiona, que no cuente conmigo. Sin embargo, cuando no queda más remedio mi cabeza se transforma en una mnáquina de especulaciones e insisto tanto que finalmente logro entusiasmarme en serio y pongo todo, lo que tengo y lo que no. El lunes comienza un festival de cine argentino en Findelmundo, vienen directores y algunos autores. Lo mejor es que van a dar La niña santa y no me la pienso perder. Ví La Ciénaga tantas veces que ni recuerdo. Tiene una atmósfera que a uno lo atrapa con sus tentáculos pegajosos. Creo que lo que más me gusta de libros y películas no son ni los temas, ni los personajes, sólo son las atmósferas. Será por eso que odio que me pregunten de qué tratan los libros. A veces ni lo sé aún después de leerlos. Cuando uno escribe lo más difícil es conseguir una atmósfera, pero cuando se logra, ya todos habrán caido muy adentro. A veces no se puede salir. Son las épocas en que uno no puede dejar de leer y leer a un solo autor. El último que me atrapó fue Javier Marías. Me gustaría tenerlo de vecino y escucharlo inventarle innumerables historias a cualquier que pasa. Nunca me aburriría. A mí también me gusta inventarle situaciones a las personas que veo. A veces tanto trato de ponerme en el lugar de los otros para saber cómo reaccionarían que llego corriendo a casa y tengo que mirarme en el espejo para saber que sigo siendo la misma y no me fui adentro de otro. Yo también soy un poco "antes muerta que sencilla". ¡Cómo me gusta ese blog!

viernes, agosto 20, 2004

Cerrado por sol

Hoy casi casi que cierro este blog: Findelmundo tuvo un día de esos en que todo el mundo anda contento, a pleno sol y nada de viento. Por supuesto que volví a ser la que era antes. De esto me dí cuenta cuando postergué las actividades postergables y otras no tanto y me fuí con C. a caminar por la orilla de la bahía. Parece que a las aves les sucedió lo mismo que a los pobladores: estaban todas de fiesta, gaviotas cocineras, caiquenes, patos a vapor. Cuando íbamos por la pasarela que corta la bahía en dos partes una familia iba delante nuestro. El hombre dijo, como para que no hubiese confusión, parecemos turistas. Es decir que no lo eran. Yo ando mucho como turista en mi ciudad, de lo cual ya he escrito bastante, asi que sólo voy a decir que es un buen ejercicio para poder conseguir una mirada diferente.
Después cortamos camino por un lugar en que hay tanto barro que a C. se le salieron dos veces las zapatillas y tuvo que retroceder a buscarlas. A medida que avanzábamos el barro se hacía más blando, tanto, tanto como en esos sueños en los que uno va desapareciendo tragado por las arenas movedizas. Estuve tan contenta de haberme salvado de las marismas que subí corriendo la escalera del Centenario. Esta semana se cumplen cuatro meses que no fumo más y a veces siento que en vez de caminar voy volando. Volví llena de espigas, achilleas secas, plumas de avutarda, las grises y blancas que tienen el poder de recordarme a los yámanas,a quienes, por supuesto, no conozco, pero supongo que son parte de mí como muchas otras cosas de Findelmundo.

jueves, agosto 19, 2004

Isla nublada



y gris.

Nada

Sigo con el ánimo un poco por ahí abajo. Lo peor es que no sé que me pasa, nada me da risa, todo lo veo triste. Debe ser la época: un día invierno, el otro primavera, mucho viento, casi nada de sol, un frío que hace temblar. Tal vez esto no tendría que tener nada que ver con mi ánimo, pero como vivo en findelmundo, lo tiene. No siempre resulta fácil vivir acá, adentro de una isla nublada de la que es difícil salir más a menudo. Lo bueno es que sigo descansando de mí y lo mejor es que los demás también lo hacen. Hoy sólo me dió risa una frase que leí en un libro de citas sobre la comida que se compró la vecina:

Si rompiste los huevos, tendrías que hacer la tortilla.

miércoles, agosto 18, 2004

He de morir de cosas así

Más de Alejandra Pizarnik

Salta con la camisa en llamas
de estrella en estrella,
de sombra en sombra.
Muere de muerte lejana
la que ama al viento.


Una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo

la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos.


aunque es tarde, es noche
y tu no puedes.

Canta como si no pasara nada.

Nada pasa.


Esta lila se deshoja.
Desde sí misma cae
y oculta su antigua sombra.
He de morir de cosas así.




martes, agosto 17, 2004

Demasiado trabajo

Hay días en que me quedo dormida y me levanto más tarde.
Después no me baño ni hago listas por todos lados de cosas para no olvidar, ni me pinto los ojos ni saco fotos ni hablo con nadie ni escribo nada ni me acerco a la computadora ni manejo con la música tan fuerte ni tengo obligaciones ni camino ni cocino ni leo ni visito a nadie ni me rio tanto ni hago planes ni empiezo cuadernos llenos de locuras ni termino nada ni me miro en el espejo ni llamo por teléfono ni me hago promesas ni rebusco entre los recuerdos ni deseo ver una película muy buena ni escuchar esa canción ni encontrarme con amigos ni comerme un chocolate o comprarme otra coca, ni nada de nada.
Antes eso me preocupaba un poco. Ahora ya no, es sólo que descanso de mí.
¿Y vos por qué no me lees? Sí, ¿por qué y por qué?

Geometría

Un día comencé a descubrirlos en casi todas las fotos urbanas de Findelmundoo. Me causaron la misma impresión que una familia de moscas gordas agonizando adentro de una taza de té de grosellas, mi preferido. Con el tiempo me fui acostumbrando a que se entrometieran y me cambiaran los esquemas. No voy a decir que no me costó, porque sí, no fue fácil, del mismo modo que no lo es tratar de encontrarle el perfil bueno a los enemigos. En una época se me dio por tenerlos en cuenta un instante antes de apretar el disparador y, aún peor, en ocasiones se convirtieron en el único motivo que me inspiraba para fotografiar. Porque ellos pueden convertir la geometría, tan aburrida, en el mejor de los tesoros. A veces se extienden de un modo extravagante, como al compás de los saltos de un ángel devenido en demonio por propia voluntad o construyen una infinita telaraña que une por lo alto lo que no se lleva bien por abajo. Siempre, siempre me guardan un regalo: media bandada de pájaros, una porción de tejas rojas, tres letras de un cartel de neón o simplemente cincuenta centímetros de cielo. Ahora ya me tranquilicé un poco, sólo un poco, porque en vez de preguntar cómo me salieron las fotos siempre digo, con todas las ganas...¡Pero qué lindos que quedaron los cables!
¿Y vos por qué no me lees?



Cambio de nombre

Son buenos los cambios, eso dice L., porque lo que sirve para hoy no sirve para mañana. Ya sé, L., ya sé. Lo decidí porque de a poco este blog se va pareciendo más a mí o a lo que quiero mostrar de mí, o sea, mi personaje favorito. También tengo otro perfil, que por estos días, sólo por estos, creo que me representa más.

lunes, agosto 16, 2004

Shopping

Me pasa algo extraño con la ropa. Muero por comprarla pero después no la puedo usar enseguida. La tengo que dejar estacionar varios días; quizás hasta un mes o más. ¡Y ni que hablar de los zapatos! Los odio hasta que no se parecen a mis pies. La ropa que no tiene mi forma me resulta incómoda. Me fascina la ropa vieja pero limpia, rota pero mía, comprada pero guardada. Tendría que contratar a alguien para que me use un poco la ropa nueva. Igual no me compro mucho, casi nada digamos, nada. Cuando tengo que vestirme bien parece que llevara un chaleco de fuerza, no me sienta el arreglado. Mi estilo es este, un estilo de entrecasa, para subirme a los techos, sentarme en cualquier lado, secarme las lágrimas, lustrar bronces con el codo y limpiar las telarañas con la rodilla. Pero a veces, sólo a veces, casi, casi nunca, me compro algo y desde el primer momento no puedo dejar de usarlo. Lo uso y lo uso y tanto somos uno en el otro que ya ni me reconozco. A ese lo llamo por un tiempo el uniforme.
¿Y vos, por qué no me lees?

¡ A llorar al Pipo...!

La frase se dice por estos lugares cuando alguien se pierde una oportunidad y luego, cuando es tarde, se arrepiente. Como yo, que siempre quise entrar a este bar, tan pero tan findelmundoo, y ahora es un cyber. Y ya van..



Pipo es un río cercano a la ciudad. Parece que se llama así en honor a un preso. Pero es sólo un rumor, como casi todo aquí.

Dicen

De Findelmundoo se cuentan muchas cosas por ahí. Como por ejemplo que:

1. Un día un borracho que andaba por la playa se acostó a dormir en una cuevita al lado del mar. Nunca se despertó. Esa mala ballena varada se empacó, no quiso abrir la boca.

2. Un avión pasó de largo. Los pasajeros tuvieron que bajar en el Beagle. Llenaron el aeropuerto de algas y estrellas.

3. Cuando cambiaron la hora hace unos meses y tenían unas pocas horas de luz los habitantes adoptaron actitudes muy extrañas, como ponerse a cocinar a las cinco de la tarde u olvidar a los hijos en el colegio hasta el otro día. El cambio no duró mucho.

4. La mejor época para estar en findelmundoo es enero, porque se va toda la gente y uno recupera espacios perdidos. Los turistas no molestan mucho.

5. Lo feo que tiene este lugar es que mucha gente anda de paso pero uno no.

6. Findelmundoo no tiene nada de fin del mundo. A veces parece la calle Florida a las cinco de la tarde. A veces


Intimidades

La vecina dijo que me había comprado un regalito: una bombacha roja. Yo la miré extrañada, no uso esas cosas, nunca tuve una. No es para lo que vos pensás. Es para lo que vos no pensás. El rojo es el color de la guerra, del espíritu en lucha, de las estocadas de muerte a los fantasmas. Qué mal estoy. Me la voy a poner. Me voy a llenar de energía y voy a ser la que era. ¿La que era cuándo? ¿Fuí alguna vez? Quizás necesite trescientas ochenta y nueva bombachas rojas. Y ponérmelas todas juntas.

domingo, agosto 15, 2004

Confesión

Un día alguien dijo me gusta subir montañas para ver a la gente chiquitita. ¿Cómo pude olvidar ese detalle? De ahora en más lo tendré presente.

Domingo

Siguió nevando, sin embargo las ramas de los árboles continúan poniéndose verdes, cubiertas de yemas. Ya lo dije en mis viejos y desaparecidos posts: es la pelea entre invierno y primavera en Findelmundoo. Epoca de guerras, de agarrarse fuerte porque se vienen los peores vientos, se dan vuelta los barcos.
Quiero que sea septiembre.
Quiero que llegue la primavera. Sólo para sacarle la máscara y dejar desnudo al invierno disfrazado.
Me encantan los posts urbanos, de personas que escriben sobre sensaciones y sentimientos que recogen por esas calles repletas de desconocidos. Eso no es posible en Findelmundoo. Desde cualquier punto se ven o las montañas o sino el mar. A la gente le cuesta luchar contra eso. Son presencias desmesuradas. Todos nos volvemos insignificantes. A veces el paisaje natural también cansa. Hoy me gustaría sacar fotos en una ciudad que tuviera el cielo tapado de edificios.

sábado, agosto 14, 2004

Blanco

Días inciertos aquí en Findelmundoo. Ayer, cuando nadie pero nadie lo esperaba se descolgó una de esas nevadas que nos dejó a todos blancos y mágicos. Después salió el sol y las calles se pusieron relucientes como espejos. Fui la primera que salió a mirarse en el pavimento, justo enfrente de mi casa. Al rato, uno de esos perros del barrio hizo lo mismo. A la media hora todos los vecinos le hacían muecas a la calle. ¡ Cómo te gusta usar las cosas para lo que no son! Con la maldad de alguna gente me construí una escalera al cielo. ¿Y ahora cómo hago para bajar?

miércoles, agosto 11, 2004

Transición

Extraño mi viejo findelmundoo, no me acostumbro a Findelmundoo II. Estoy un poco muda, no encuentro el tono. Hoy me dí otra panzada de blogs. Todavía me duele la cabeza. Por supuesto javi que anduve por tus páginas. Escribí un comment que no se por qué se evaporó.Decía algo así como que cada nuevo blog es un mundo nuevo que se abre. Vale la pena poder incorporar tantos nuevos mundos en el propio. Porque entonces uno se hace inmenso como este mar océano que le lame los costados a Findelmundoo. La cabeza se abre más y más, lo que está bien siempre y cuando no se desparramen los cerebros. Ya es noche por aquí. Casi todo descansa, menos algunos que a esta hora se nos da por despertarnos más, lo cual no significa que no tengamos sueño. Mañana contaré las cosas más elementales de Findelmundoo, algo así como una guía introductoria para el que quiera venir a darse una vueltita, de turista o de viajero, lo que como todos saben no es lo mismo.

martes, agosto 10, 2004

Adicta a los blogs

Sí, me volví adicta, qué otra cosa se podía esperar de mí. No puedo detenerme. Quiero leer más y más blogs de gente que nunca conoceré pero que me sorprende, me divierte y me enseña. Y no desesperen, ya haré los enlaces pertinentes, aunque ahora estoy organizando la restructuración de este blog que se salió del rumbo. Es difícil controlar a un blog, más vale matarlo de chiquito, porque cuando llega al mes a uno le da lástima. Para evitar que los blogs se desboquen conviene tener claro el objetivo, porque en ocasiones uno cree que tiene tal propósito y en realidad este encubre otro diferente. No sé si hay muchos blogs en Findelmundoo. Creo que aquí a la gente le gusta hacer otras cosas, creo.

Findelmundoo II

Para abordar la escritura hay que ser más fuerte que uno mismo, hay que ser más fuerte que lo que se escribe. Marguerite Duras

Me costó desprenderme de 30 posts, un mes entero y sin embargo, renovarse es vivir. Ahora estamos en Findelmundoo II, el lugar a donde vienen a parar todos los fugitivos. Se nota que nadie les informó que la vieja cárcel aún no cerró sus puertas.
¿A quién se le ocurre escaparse a una cárcel?

lunes, agosto 09, 2004

Final de blog

En unas horas este blog se autodestruirá. De las cenizas renacerá Findelmundoo II.