martes, diciembre 28, 2004

Japonesa

También disfruto del séptimo día, cuando la gente arranca las primeras hierbas que han germinado bajo la nieve. Me divierte su excitación al encontrarlas cerca del Palacio, un sitio donde jamás habrían esperado hallarlas

Finalmente estoy leyendo El Libro de la Almohada, de Sei Shônagon, cuya existencia conocí a través de un post de Unoquepasaba. Si bien no tengo la delicadeza, ni el tamaño, ni la brevedad de discurso de las japonesas, creo que nos parecemos en algo. Yo disfruto mucho con los cambios que se van sucediendo a lo largo de las cuatro estaciones, con los ritmos de la naturaleza, las sutiles señales que anuncian las tormentas o el invierno. No hay nada que me ponga más contenta que ver aparecer las yemas ensangrentadas de los ruibarbos en la tierra aún helada de findelmundo. O tal vez sí: descubrir las minúsculas violetas amarillas o los fragantes geranios con que la primavera celebra su aparición en el bosque fueguino.
E imitando a Sei, podría decir:

El mes de enero, (me gusta) porque la ciudad queda vacía y todos huyen de la isla como si fuese un animal salvaje; entonces me divierto caminando por la orilla del canal y quiero que el séptimo día del primer mes el agua esté completamente calma. Y que en el segundo mes haya una larga temporada de lluvias para poder ordenar mis pensamientos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso post...A mi también me gustan los cambios de estaciones, y me gusta el invierno y la aparición de las violetas, no amarillas, sino violetas, y contemplar los cristales empañados por el contraste de temperatura entre dentro y fuera, y dibujar en ellos un corazón como cuando era niña y el frío era mucho más intenso en mi querida tierra...
Me uno a tu época de lluvias y paseo contigo por Findelmundo.
Un abrazo. Marmi.

Alicia A Traves del Espejo dijo...

Como siempre, bienvenida Marmi a findelmundo....

thirthe dijo...

A mi también me gusta ir sintiendo la tierra, y los cambios de estación y el cielo, y los cambios de tiempo, no soportaría un calor prolongado ni una temporada de lluvias prolongada.
Necesito pegarme a la tierra, y en soledad, tumbada en la arena a lo mejor, mirando el azul del cielo casi con vértigo, como si mirase un mar infinito.
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seré medio nipona??

beso-beso

Anónimo dijo...

Aunque ud no lo crea estoy leyendo el mismo libro. Supongo ya lo sabrás, pero la película "Escrito en el cuerpo" se basa un poco en estos pequeños tesoros.
En mi blog (ahora otro:www.voila.blogia.com) tenes una pequeña reseña de la peli y mi estracto de Shonagon.
Ademas, podes ad.mirar a "Niña de encabritado corazón" Quise enviartelo al mail, pero parece que no existe ya.
Besos...
Gabriela

Alicia A Traves del Espejo dijo...

Parece que todas somos un poco niponas, como dice Thirthe, sino no nos estaríamos comunicando. Es cierto niña de encabritado corazón, mi correo anterior ya no existe más, en otro momento daré la dirección del nuevo.
Hay un atardecer extraño en findelmundo, tan extraño que los perros ladran y los chicos juegan demasiado a los gritos y la gente anda bastante alterada y transpira. ¿O será el fin de año? ¿El comienzo del primer mes del año? Qué buena Thirthe esa imagen del cielo, yo también he sentido ese vértigo al mirar las estrellas, acostada en el pasto, y tuve que agarrarme fuerte para no caerme...pero ¿a dónde?