Cuando uno ya sabe con lujo de detalles cuál será la próxima reacción de otro, es hora de decir para siempre adiós.
Lo previsible siempre tuvo el poder de matar a la emoción.
Porque un misterio ya descubierto, aparte de que no es más misterio, es tan aburrido como una tarde de domingo en el hospital.
Como ahogarse en un vaso de agua.
O escuchar a Jude Law por la radio.
Como espiar por la cerradura con los ojos tapados.
O ver bailar sin escuchar la música.
jueves, agosto 25, 2005
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1 comentario:
Eso!
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