viernes, enero 07, 2005

Unas viejas aventuras

Todos los años en enero me da por leer viejos libros de viajes a la Tierra del Fuego.
Por suerte como están de moda cada vez hay más gente que edita esas increibles, aunque muy ideológicamente dirigidas, expediciones de aventuras, escritas en diferentes idiomas, cuyas versiones originales el museo esconde bajo siete llaves.
Ahora le tocó el turno al capitán Louis-Ferdinand Martial, que comandó la expedición francesa de La Romanche de 1882-3, a la bahía Orange (Chile) en la isla Hoste, enfrente del mismísimo cabo de Hornos, mi regalo de Reyes.
Fresquito, el libro posee una innumerable colección de fotografías de yámanas que tomaron los miembros de la expedición.
Me gustan esas jóvenes yámanas, de pelo carré, delicados collarcitos de fragmentos de huesos de aves al natural y quemados, para hacerlos de dos colores, sus cubresexos y tobilleras de cuero.
Su piel oscura luce el color del cielo los días de tormenta austral.
Algunas tienen miradas de niñas acostumbradas a calentarse en el fuego.
Otras ya conocieron hombre.
Y digan lo que digan de indígenas y colonizadores, más allá de políticas e injusticias, de abusos imperiales y credos absurdos, habrá habido atracciones fuertes entre las jóvenes de piel brillante por la grasa de lobo y esos pálidos científicos de cabellos claros.
¿Qué habrá ocurrido después de las fotos? ¿Se habrán mirado a los ojos? ¿Descifrado sus idiomas? ¿Acariciado? ¿Amado? ¿Esperado?¿Extrañado? ¿Habrá habido niños rubios compartiendo un festín de ballena varada? ¿Habrá sido triste ver a la Romanche alejarse para siempre de la bahía Orange? ¿Cómo lloraban las yámanas? ¿A quién le contaban sus secretos?
¿Cómo sería ser yámana y no tener correo electrónico?

3 comentarios:

manuel_h dijo...

jajajaja, después de las fotos huyeron!!, ante la avalancha de preguntas.
besos

Alicia A Traves del Espejo dijo...

Sí, soy muy curiosa, Manuel H, y tan nostálgica que cuando no tengo nostalgias propias me da por pensar cómo habrán sido las ajenas. Pero bueno, supongo, sólo supongo, que la vida es más directa y sin tanto pensar.Y ese amigo invisible, dónde andará Muralla? No quiere hacerse visible.Lo que se pierde.

thirthe dijo...

Yo también soy una nostálgica de vidas ajenas, sobretodo si son antiguas, en blanco y negro, lejanas...

Estará de vacaciones el amigo invisible...esperemos a que le de por sorprender.


Besos