A las siete y media llevo a mi hija a la escuela. Cuando vuelvo mi café aún está caliente, las sábanas tibias, sigue siendo de noche, mi habitación llena de libros subrayados y a medio leer me llama, pero no, no puedo, no debo, en otro momento, aunque sí, me quedaría. Gana la obligación. Me voy a gimnasia. Vuelvo contenta, sin sueño, llena de energía, planeando hacer a pie un montón de trámites. No hay nada más gratificante que ser mejor que uno mismo. |
miércoles, agosto 24, 2005
Temprano
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2 comentarios:
A veces hay que vivir, qué le vamos a hacer.
O sea que nueve y media o diez está hecha un avión...
Miraré a esa hora sonrisas en el rostro para ver si la encuentro.
Cuídese.
Un beso.
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