La bahía Encerrada era su océano privado. El agua llegaba casi hasta el camino que iba al viejo aeropuerto y que pasaba frente a su casa. En la orilla no había ningún árbol tras el cual uno pudiese esconderse de los fuertes vientos del sudoeste; en su lugar una inmensa piedra granítica la hacía invisible desde su casa. Ella siempre quiso tener patines blancos, como los de los cuentos de las patinadoras suecas, pero los tenía negros, porque por esos días en Findelmundo no se podía andar con demasiadas pretensiones. Durante los inviernos, cuando no iba a la escuela, se pasaba la tarde allí, en la bahía, cruzando de un lado al otro, aunque esquivando el área del centro, donde había unos cuantos metros de profundidad, deleitándose con el sonido del hielo al frenar, la nariz helada, las mejillas endurecidas de frío. Había días en que patinaba con amigos, otras era la dueña exclusiva del mágico territorio. Una tarde estaban ella y a metros y metros de distancia, sin casi verse de tan alejados, un chico conocido. En un momento ella pensó que el muchacho se había marchado, porque ya no lo veía más, hasta que escuchó una voz que se destacaba entre las voces de los pájaros, una voz tan intensa como nunca había escuchado en su vida y que hasta parecía provenir desde el mismo corazón de los hielos. La voz rezaba, mas bien imploraba , mejor gritaba un padrenuestro. Ella afiló la mirada, sin distinguir nada más que la chata extensión de hielo. Enseguida la voz que partía el alma llevó su mirada hasta la cabeza del chico, que descansaba sobre la superficie congelada de la bahía; pequeña, desacostumbrada, lejana, como si fuese una pelota abandonada. Ella quedó atontada, paralizada, impedida de moverse, pensar y respirar. Como entre sueños sintió la necesidad de ir a buscar ayuda, pero la gente comenzó a agruparse en la pasarela, del otro lado de la bahía. Buscaron una soga, aventurándose sobre el hielo, aunque desde ese sector no era posible avanzar, la ligera capa amenazaba con romperse en cualquier momento. Pasaron los minutos, el rezo se imponía sobre todo ese panorama de gente y vehículos. Finalmente con un bote, rompiendo el agua cristalizada , llegaron hasta él, que continuaba rezando, como enloquecido. Cuando lo bajaron del barco le arrancaron el mameluco de trabajo que llevaba puesto, lo desnudaron y le dieron masajes con nieve primero, después le tiraron agua fría, luego tibia, así, así, hasta llegar a caliente. Los médicos fueron terminantes: había ocurrido un milagro. Que ellos supieran ningún mortal había soportado cuarenta minutos con el cuerpo sumergido en el agua helada., las manos soldadas al espejo roto de hielo. Desde esa tarde ella empezó a decir que le aburría mucho perder la tarde patinando.
lunes, septiembre 06, 2004
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14 comentarios:
Te vas superando cada día...... ¡es un placer enorme leerte!
Besos con sal
mad
http://sociedad_pajaril_la_aurora.blogs.com
Porqué un desenlace feliz no puede evitar la sensación de una gran tristeza? Muy bello, Alicia. Demasiado real, también.
El relato es muy real, es cierto, uno de los acontecimientos de la infancia que quedó grabado a fuego en mi cabeza. En cuanto a la superación Mad, creo que es dedicación, estoy empezando a pasar mucho tiempo por aquí, enganchada, aprisionada, hasta que otra cosa me deslumbre por un tiempo y así es la vida, o al menos la mía. Gracias a los dos por estar
Hola de nuevo, Alicia, veo que estás en pleno viaje interior. Mejor dejarte;-)
Gracias por preocuparte por mí en los comentarios anteriores.
Un beso y nos seguimos leyendo.
Perdiste tu espacio privado, Alicia a través del espejo. ¿Volviste a encontrarlo? (¿volviste a buscarlo alguna vez?)
Muy lindo pasaje.
Q.
Creo que ya he puesto algún comentario aquí, pero por si se perdió, decía que era mejor dejarte escribir tranquila en ese viaje interior, y que gracias por preocuparte por mí, que no estoy desaparecida.
Un beso de aquí ahí.
qué susto!
ves!, si hubieras ido a la escuela ese día, en vez de a patinar, todavía patinarías
Para Manuel, ahora con más razón podría romperse el hielo...Para Thirthe, qué bien, apareciste por el cyberespacio, yo pensaba que estabas secuestrada, ah no, cierto que no vivís en la Argentina, para Q., dulce Q.,estoy en la búsqueda de mi espacio privado, ya llego a mi océano propio otra vez y será por esto que a veces escribo cosas tan íntimas que mi hermana dice que le da pudor leerlas. Y bueno!!!!!!!
Para Manuel, ahora con más razón podría romperse el hielo...Para Thirthe, qué bien, apareciste por el cyberespacio, yo pensaba que estabas secuestrada, ah no, cierto que no vivís en la Argentina, para Q., dulce Q.,estoy en la búsqueda de mi espacio privado, ya llego a mi océano propio otra vez y será por esto que a veces escribo cosas tan íntimas que mi hermana dice que le da pudor leerlas. Y bueno!!!!!!!
jejeje, a veces pones un comentario en Blogger y no aparece inmediatamente, sino que tardará un poquito. Pero como la impaciencia nos come, volvemos a ponerlo entre maldiciones. Entonces aparece, pero aparece también el primero, con lo que nos encontramos el comentario repetido.
¡impaciente!
alaaaaaaa! pues puedo jurar que yo puse aquí un comentario esta mañana
curiosamente, decía algo sobre poner dos veces tus comentarios, alicia, y entonces, supongo que como castigo, el mío no salió ninguna vez.
sale ahora!!!!!!!!!!!!???????????????????
¡sin comentarios!
jaja...es porque yo vivo en una isla
...o porque en boca cerrada no entran moscas...besos
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